Se giró y me miró, yo le pedí que sonriera, no para la foto sino para la vida. Para todo ese camino que tenía por recorrer. Un camino en el que yo me había adelantado ya unos cuantos años; y ahora, en la distancia, no podía dejar de admirar todos los pasos que todavía le quedaban por dar.
Me acerqué y la miré, quise decirle que se detuviera, quise decirle que crecer está demás y deja mucho que echar de menos. Pero qué sentido tenía, no hay marcha atrás, ni freno de mano para el paso del tiempo, su infancia se esfumaba irremediablemente y a mí me envolvía el corazón en dulce melancolía.
Me acerqué y la miré, quise decirle que se detuviera, quise decirle que crecer está demás y deja mucho que echar de menos. Pero qué sentido tenía, no hay marcha atrás, ni freno de mano para el paso del tiempo, su infancia se esfumaba irremediablemente y a mí me envolvía el corazón en dulce melancolía.