Pequeños seres olivdados
En las tinieblas de aquel sótano relegado al olvido, un espeso humo invadía los polvorientos rincones, escondiendo en su manto a los pequeños seres perdidos. Incapaces de ver sus siluetas transfiguradas, sí éramos capaces de oír cada uno de sus quejidos. Desde la habitación, desde el salón o delante de un té caliente en la cocina. Arañaban, gritaban, aullaban e intentaban constantemente decirnos algo en su extraño idioma.
Pero una noche fría, de esas que dejan el cristal con una fina capa helada y agrietada, desde la cama oímos una tenue melodía. Nunca antes habían cantado. Un escalofrío recorre nuestras nucas y nuestro cuerpo se despega de las sábanas como si estas estuvieran ardiendo. Sin saber bien de donde viene el impulso, nos levantamos de la cama y ponemos nuestros pies desnudos sobre el álgido suelo. Paso tras paso llegamos a la puerta del sótano y con el corazón latiendo a una velocidad desproporcionada, abrimos. El humo ha desvanecido… y entre la oscuridad se ven pequeñas luces, pequeños seres perdidos. Cantan y nos encogemos por el miedo y la excitación. Nos adentramos en el sótano y cerramos la puerta tras nosotros. Nos acogen, nos susurran, nos cantan… y ya nunca volvemos a salir de aquel sótano relegado al olvido.
Pero una noche fría, de esas que dejan el cristal con una fina capa helada y agrietada, desde la cama oímos una tenue melodía. Nunca antes habían cantado. Un escalofrío recorre nuestras nucas y nuestro cuerpo se despega de las sábanas como si estas estuvieran ardiendo. Sin saber bien de donde viene el impulso, nos levantamos de la cama y ponemos nuestros pies desnudos sobre el álgido suelo. Paso tras paso llegamos a la puerta del sótano y con el corazón latiendo a una velocidad desproporcionada, abrimos. El humo ha desvanecido… y entre la oscuridad se ven pequeñas luces, pequeños seres perdidos. Cantan y nos encogemos por el miedo y la excitación. Nos adentramos en el sótano y cerramos la puerta tras nosotros. Nos acogen, nos susurran, nos cantan… y ya nunca volvemos a salir de aquel sótano relegado al olvido.